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Ecosistemas altoandinos, cuencas y regulación hídrica

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Ecosistemas altoandinos, cuencas y regulación hídrica


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Las cuencas hidrográficas y sus ecosistemas nos brindan múltiples servicios ambientales, entre ellos los servicios hidrológicos, de suministro de agua en calidad y cantidad.
Este último tiene a su vez dos aspectos importantes: el volumen de agua que “se produce” y que está en función del balance entre la precipitación y la evaporación, y la regulación hídrica, que está relacionada al almacenamiento. Este último aspecto es el que nos proporciona, en mayor o menor grado, un caudal relativamente constante, a pesar de la entrada irregular de la precipitación.

Mecanismos de regulación hay varios: en las grandes llanuras de nuestro planeta, el agua es regulada principalmente a través de su almacenamiento temporal en acuíferos más o menos profundos. En la compleja geología de los Andes, la importancia de la regulación a través de aguas subterráneas profundas es limitada.

En general, las opciones de regulación en montañas son pocas y frágiles. En las zonas de mayor altitud, existe almacenamiento y regulación de agua en forma de nieve y hielo, mientras que lagos y lagunas presentes a lo largo de la cordillera cumplen también una función de regulación natural. Pero el mecanismo de regulación más significativo en los ecosistemas altoandinos (páramo, puna con sus bofedales
y turberas, y bosques donde estos todavía permanecen) es el almacenamiento de agua en los suelos que van dejándola ir por efecto de la gravedad a los riachuelos y ríos. Los suelos con alto contenido de materia orgánica, cobertura vegetal conservada y la microtopografía formada por la última glaciación, permiten almacenar gran cantidad de agua en la superficie del suelo o a poca profundidad.

Entonces, cuando se dice coloquialmente que las “cabeceras de cuenca” son “fuentes de agua”, no significa que la parte alta de una cuenca tiene de por sí una capacidad de “producción” de agua mayor que alguna otra parte de la cuenca[1]  sino que, en los Andes, los ecosistemas de zonas altas así como los glaciares, 
son los que ofrecen un buen mecanismo de regulación. En zonas más bajas encontramos suelos de menor “calidad hidrológica”, que, además, generalmente están degradados en términos hidrológicos y nutricionales, es decir que han perdido capacidad de infiltración y de almacenamiento, por lo tanto su capacidad de regulación.

Sin embargo, el mecanismo de regulación tan apreciado en las cabeceras de cuenca es tan frágil como lo son sus suelos. Si se les quita la protección que le da la cobertura vegetal, o peor aún cuando se les impacta directamente compactándoles o removiéndoles -situaciones que ocurren con la actividad agrícola y minera por ejemplo- estos suelos pierden rápidamente sus propiedades hidrológicas extraordinarias, muchas veces en forma irreversible cuando la acción implica el colapso de su frágil estructura. En general, los usos del suelo asociados con actividades antrópicas, tales como agricultura, pastoreo, manejo forestal y minería, e incluso el propio cambio climático, afectan negativamente varios aspectos importantes para el buen funcionamiento de la regulación hídrica (Buytaert et al., 2006).

El mecanismo de regulación es mucho más que el almacenamiento en cuerpos de aguas superficiales. Describir este mecanismo sólo con el indicador de volumen de agua almacenado es tomar en cuenta solo una parte limitada del mismo. En su mayoría, los procesos hidrológicos que conforman
la regulación en ecosistemas altoandinos, no son visibles.
Posiblemente por ello, también son los menos estudiados y valorados. Y como en cualquier otra situación, para poder evaluar el impacto de X o Y acción, primero es necesario entender bien
como funciona el proceso SIN esta acción.

Si bien el estudio de los procesos hidrológicos en los ecosistemas andinos tiene todavía muy poca historia (Célleri et al., 2009), desde hace 10 años se viene estudiando intensivamente la hidrología de páramo en algunos sitios, especialmente en Cuenca (Ecuador) y Medellín (Colombia). Para la puna prácticamente no existen trabajos de investigación sobre sus procesos hidrológicos; aunque se han iniciado proyectos de investigación a través de la Iniciativa Regional de Monitoreo Hidrológico de Ecosistemas
Andinos, red que tiene por finalidad incrementar y fortalecer el conocimiento sobre la hidrología de ecosistemas andinos para mejorar su gestión.

En el debate sobre grandes proyectos mineros, buena parte de la discusión trata sobre almacenamiento, infiltración, drenaje, es decir, los caminos por donde fluye el agua. La propuesta de intervención en una zona y la evaluación de su impacto ambiental hidrológico no son completas sin un estudio profundo de estos mecanismos por los que transita el agua. La falta de conocimiento sobre el funcionamiento hidrológico de los ecosistemas altoandinos es una fuente importante de incertidumbre que limita la evaluación del potencial impacto de proyectos que alteran la hidrología y el nivel de debate al respecto


Luis Acosta
Área de Cuencas Andina
Fuente: cop20.pe


[1] No siempre en la parte alta de la cuenca es donde más precipitación se produce, por ejemplo en las cuencas amazónicas la precipitación es mayor en la parte baja de la cuenca.

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