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“Ha corrido mucha agua bajo el puente” dice el dicho popular y en el caso de la ANA han pasado 10 años como «el ente rector y la máxima autoridad técnico – normativa del Sistema Nacional de Gestión de Recursos Hídricos». Sabemos que mucha de la crítica a esta institución está centrada en que la Autoridad no ha dejado de ser una dependencia del Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI), siendo esta una de sus principales limitaciones.

Es verdad que mantenerse dentro de esta dependencia y no tener “mayor autonomía” sigue sugiriendo una cierta parcialidad sectorial que va en contra de la supuesta gestión integrada de recursos hídricos que en todos estos años ha venido implementando la ANA. El hecho de que la ANA se quede en el MINAGRI deja ver una autoridad “sin la capacidad y legitimidad para encarar los enormes retos de la gestión multisectorial y por cuencas de un recurso tan complejo en el Perú”[1], más aún cuando tiene que abordar las cuencas en donde existe intervención de los proyectos mineros.

Pero más allá de esta crítica central, lo que queremos abordar en este recorrido es la forma como ha venido otorgando en estos 10 años la ANA los derechos de uso de agua a las empresas mineras.

Es importante recordar que la ANA es la institución encargada de “otorgar, modificar y extinguir, previo estudio técnico, derechos de uso de agua, así como aprobar la implementación, modificación y extinción de servidumbre de uso de agua, a través de los órganos desconcentrados de la Autoridad Nacional”[2]. Esta Autoridad tiene presencia en el país a través de los órganos desconcentrados denominados Autoridades Administrativas del Agua – AAA y las Autoridades Locales del Agua- ALA que son los niveles más cercanos a los territorios de explotación minera y tienen la función de “otorgar permisos de uso de agua de acuerdo a la Ley de Recursos Hídricos y su Reglamento”[3].

Pero ¿cuál es el reglamento que tienen que aplicar la ANA en estas zonas? Haciendo un poco de historia, es importante resaltar que el año 2010 la ANA aprobó el Reglamento de Procedimientos Administrativos para el Otorgamiento de Derechos de Uso de Agua (DUA). Luego, la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), a través de algunos decretos supremos[4] estableció disposiciones con la finalidad de reducir los plazos que deben cumplir los proyectos de inversión privada.

En el año 2014, la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) se pronunció en los medios de comunicación sobre la demora de la ANA para obtener licencias de uso de agua [5]. A los meses, el Congreso de la República aprobó la Ley 30230, estableciendo medidas tributarias y simplificando los procedimientos y permisos para la promoción y dinamización de la inversión en el país, algo que nosotros hemos denominado como el “paquetazo ambiental”. Es decir este cambio se realizó en medio de una campaña agresiva que tenía entre otros objetivos presionar a la ANA para seguir reduciendo los plazos de ejecución de los procedimientos que deben cumplir los proyectos de inversión pública y privada.

En ese marco, el Ministerio de Agricultura aprobó el decreto supremo 023-2014 – MINAGRI, que modificó el Reglamento de la Ley de Recursos Hídricos con el fin de agilizar los procedimientos administrativos de otorgamiento de licencia de uso para el desarrollo de la inversión minera.

En 2015 se aprobó la ley N° 30237 de “promoción de las inversiones para el crecimiento económico y el desarrollo sostenible”, estableciendo la simplificación e integración de permisos y procedimientos, así como medidas de promoción de las inversiones. La ANA en este nuevo contexto tuvo que aprobar su nuevo “reglamento de procedimientos administrativos para el Otorgamiento de Derechos de Uso de Agua y de Autorización de Ejecución de Obras en fuentes Naturales de Agua” en donde se hacen cambios en las instancias administrativas y en los procedimientos administrativos para la entrega de licencias de uso de agua.

Estos cambios en la reglamentación sobre los derechos de uso de agua a empresas mineras muestran una “coalición política en donde una variedad de organizaciones gubernamentales (PCM, Congreso de la República, Ministerio de Agricultura) y privadas (SNMPE) se van poniendo de acuerdo en poner en agenda pública del Estado las modificatorias”[6] sólo tomando en cuenta la preocupación e interés de algunos de los actores que salen beneficiados con estos cambios y flexibilizaciones en la normativa hídrica”.

Mapa de licencias de agua en zonas de sequía. Fuente: Ojo Público. Infografía: La República


Cabe recordar que en la última investigación periodística de Ojo Público[7] se informa que a la fecha existen 1.810 licencias de uso de derechos de agua otorgados a 331 compañías mineras; 248 de las cuales obtuvieron licencias para extraer este recurso a perpetuidad. Por ejemplo, Southern tiene 15 licencias vitalicias (además de 9 autorizaciones temporales), seguido de las empresas Minsur con 6 licencias vitalicias. En tanto, Anglo American, minera que pertenece a una multinacional con sede en Londres, lidera el ranking de autorizaciones temporales con 15 de estas resoluciones. También la segunda compañía con más licencias de agua es la minera Buenaventura (tiene 39 a su nombre), accionista de Yanacocha y que tiene como presidente de directorio a Roque Benavides. Esta es la realidad, a diez años de la ANA: nada que celebrar y mucho por mejorar.











[1] El agua no es el problema, somos nosotros – Opinión | Ojo Público | Las historias que otros no te quieren contar http://ojo-publico.com/407/el-agua-no-es-el-problema-somos-nosotros vía @Ojo_Publico
[2] Ley de Recursos Hídricos, Artículo 15
[3] Reglamento de Organización y funciones de la Autoridad Nacional del Agua.
[4] 054 y 060 -2013 -PCM
[5] Diario Gestión 11-11-2014
[6] Ruth Preciado Jerónimo y Carmen Álvarez Gutiérrez Gobernanza del Agua en Zonas Mineras del Perú http://cooperaccion.org.pe/publicaciones/gobernanza-del-agua-en-zonas-mineras-del-peru-abriendo-el-dialogo/
[7] https://ojo-publico.com/467/sombras-y-vacios-en-el-manejo-del-agua-en-el-peru y https://duenosdelagua.ojo-publico.com/especiales/mapadelagua/





Fuente: http://cooperaccion.org.pe/como-se-decide-quien-tiene-agua-en-el-peru-a-proposito-de-los-10-anos-de-la-autoridad-nacional-del-agua/


sequía 




Laura Chaparro
 
La amenaza es muy real: según los especialistas en desertificación de las Naciones Unidas, dentro de solo quince años, la escasez de agua en lugares áridos y semiáridos podría desplazar a unos setecientos millones de personas en el planeta, cifra que multiplicaría por 175 el número de refugiados que ha dejado hasta el momento la actual guerra de Siria. Por su parte, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) alerta de un mayor riesgo de sequías, inundaciones e incendios forestales en Europa, debido a los efectos del cambio climático.

La falta de agua afecta ya a un 40 % de la población mundial, una cifra que podría superar el 60 % en 2050. En silencio, sin acaparar grandes titulares, las sequías se van extendiendo por más territorios, dejando a su paso aridez y hambrunas. Por su impacto socioeconómico a medio y largo plazo, son el desastre natural más dañino del planeta: han generado unas pérdidas directas de más de 70.000 millones de euros en el siglo XX, y más de dos millones de muertos entre 1960 y 2014, según datos de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica.

El calentamiento global se ha convertido en el mejor aliado de este fenómeno, que se incrementará en el futuro. Sin ir más lejos, en España, especialmente en la mitad sur y Levante, las precipitaciones podrían reducirse un 30 % a finales de siglo, y las temperaturas subir de media hasta 4 ºC en invierno y 6 ºC en verano. “Es probable que el calentamiento afecte a la frecuencia de las sequías en las regiones mediterráneas.

Sobre todo, aumentarán las de corta duración”, avanza Gerardo Benito. Este investigador del CSIC participó junto a más de ochocientos científicos en la redacción del último informe del IPCC. El texto recuerda que somos los responsables directos de estas transformaciones perjudiciales, puesto que las emisiones de gases de efecto invernadero y otros efectos generados por la actividad humana han acelerado el aumento de temperaturas.

“España está preparada para afrontar sequías climáticas de corta duración como las apuntadas por el IPCC –dice Benito–, pero las sequías hidrológicas y agrícolas se pueden agravar por el aumento de la demanda hídrica de los sectores turísticos y agrícolas, focalizados en zonas mediterráneas deficitarias de agua”.

La principal diferencia entre estos tres tipos de sequías citadas por Benito radica en sus consecuencias. La climática o meteorológica comienza siendo un fenómeno atmosférico que conlleva la escasez temporal de agua, fruto de la falta de precipitaciones en un territorio determinado. Los efectos se van manifestando, de forma gradual, en una reducción de los recursos hídricos disponibles –sequía hidrológica– y en una disminución de las cosechas –sequía agraria–.

El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, anima a los Estados a que usen métodos preventivos antes de que lleguen los daños: “El coste de la prevención es mínimo en comparación con el del socorro en casos de desastre. Debemos pasar de la gestión de las crisis a la prevención de las sequías y el fomento de la resiliencia”. Este último concepto se refiere a la capacidad de adaptarse a situaciones adversas. Cuanto más resiliente sea una región, menos daños sufrirá y mayor capacidad tendrá para hacer frente a cualquier circunstancia extraordinaria.

En el caso de la sequía, la resiliencia pasa por que el país afectado cuente con métodos de prevención, ya que algunos tipos de escasez hídrica se pueden identificar antes de que lleguen, gracias a la predicción meteorológica. Como explica Antonio Mestre, jefe del Área de Climatología y Aplicaciones Operativas de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET­), “se usan modelos de predicción a medio plazo para sequías de corta duración, y otros de predicción mensual y estacional, aunque estos resultan menos precisos”. Estos modelos realizan proyecciones sobre las tendencias de las precipitaciones medias.

El IPCC utiliza otras ayudas para sus pronósticos: modelos climáticos que generan escenarios sobre el aumento medio de los periodos de sequía durante las próximas décadas. “No se pueden realizar predicciones sobre la ocurrencia de una sequía en un año concreto”, admite Benito. También hay herramientas estadísticas, como la creada por la Universidad de California en Irvine. Su sistema global de monitorización y predicción de las sequías (GIDMaPS, por sus siglas en inglés) brinda información casi en tiempo real y hace proyecciones de hasta tres meses, en función de diferentes índices de precipitación o humedad.

Los sistemas de alerta temprana son muy eficaces en la prevención, ya que evalúan las condiciones de escasez de lluvias de una región en un periodo de tiempo y sus efectos sobre la humedad del suelo. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), uno de los mejores de este tipo es el desarrollado por AEMET en España. Esta agencia realiza un seguimiento y evaluación continuos de la sequía meteorológica a nivel nacional, con una información que se actualiza de forma mensual, basada en el índice de precipitación estandarizado (SPI por sus siglas en inglés). Este indicador representa las desviaciones de precipitaciones respecto a la media en periodos de un mes a tres años.

“Mediante el análisis del SPI, AEMET colabora en la valoración y la detección temprana de la sequía; y también lleva a cabo el seguimiento diario de los valores de la humedad del suelo para todo el territorio nacional”, informa Mestre. La actualización diaria de este balance hídrico permite generar mapas de la cantidad de agua disponible en el suelo, para así detectar posibles anomalías.

Otro sistema de monitorización eficaz es el estadounidense, llamado NIDIS. “Funciona muy bien a nivel local, pero falla en la coordinación entre los estados del país”, matiza José Luis Camacho, funcionario científico de la división de Meteorología Agrícola de la OMM.

Echar la vista atrás contribuye a precisar los análisis actuales. Un grupo de científicos de la Universidad de California en Irvine ha medido la presencia de olas de calor y sequías en Estados Unidos en el último medio siglo. Ambos fenómenos se dieron simultáneamente con más frecuencia entre 1990 y 2010, sobre todo en el sur y el oeste del país. “Nuestro trabajo ayuda a comprender cómo ha cambiado el clima en el pasado”, asegura Amir AghaKouchak, uno de los autores de la investigación, publicada en la revista PNAS.

Este científico cree que el estudio de los sucesos climáticos pretéritos es el primer paso para crear planes de mitigación de los posibles daños futuros. “Los científicos deberían trabajar con los políticos para desarrollar estrategias razonables”, propone AghaKouchak.




Esta estrategia de investigación de lo ya ocurrido es aplicable a España. Ha transcurrido ya un cuarto de siglo desde la sequía que fue una de las más importantes de nuestra historia reciente y dejó secas cientos de miles de hectáreas. El fenómeno se prolongó durante un lustro largo y provocó que se trasladaran a la costa mediterránea y las islas Baleares las desaladoras habituales de las Canarias, como medida de emergencia para garantizar el abastecimiento de agua.

Según Ramón Llamas, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid y director del Observatorio del Agua, “el análisis posterior mostró que en los periodos de sequías prolongados –de más de tres años–, los sistemas de embalses se colapsan. En cambio, los regantes con aguas subterráneas no tienen problemas”. En su opinión, hoy ha mejorado el uso conjunto de estas aguas y el alternativo de las del subsuelo en épocas de escasez, “pero no lo suficiente”.

La sequía española de los 90 demostró que si hay años en los que llueve menos de lo normal, algunas regiones, especialmente del centro, sur y este del país, se quedan sin agua para garantizar el abastecimiento. “Se reveló la debilidad de nuestro sistema de gestión hidrológica ante una gran sequía”, recuerda Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante. Un cuarto de siglo después, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente sigue estando al mando de la lucha contra este problema, pero, como señala Camacho, “la gestión la llevan las confederaciones hidrográficas y algunas comunidades autónomas que tienen competencias exclusivas en esta materia”.

Este sistema fue diseñado en los años 80, aunque en España encontramos ejemplos históricos similares: el Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia, que remonta su origen a los tiempos de al-Ándalus, fue pionero en la resolución de los conflictos relacionados con el agua.

“Hay cultura, medios y tradición, pero nos falta un plan nacional”, subraya Camacho. Los expertos consultados coinciden en que el actual Plan Hidrológico Nacional no es suficiente para gestionar las sequías. “No podemos seguir ofreciendo cada verano el espectáculo lamentable de las guerras del agua. Si las hay es porque la planificación y la gestión no se han hecho bien”, denuncia Olcina.

Siguiendo las directrices internacionales, este nuevo plan debería basarse en la sostenibilidad hídrica y territorial, lo que pone en cuestión mantener cultivos que demandan mucha agua pero no son rentables, o trasvasar agua para urbanizaciones mal planificadas y campos de golf. Se calcula que un turista consume hasta el doble de agua que un residente habitual, con el consiguiente desequilibrio que eso genera en zonas de por sí ya deficitarias.

Otra iniciativa que ayuda a una gestión hídrica más eficiente implica la utilización de aguas depuradas. “¿De qué sirven si no las aprovechamos para regar zonas verdes, cultivos agrícolas o campos de golf?”, se pregunta Olcina. Los científicos recuerdan que es clave adaptar las sociedades al clima más extremo que nos espera para que los efectos dañinos sean los mínimos. “Los intentos son muy tímidos en España y se han basado en el fomento de energías alternativas y la movilidad sostenible de las ciudades”, afirma este profesor.

No muy lejos de aquí, en el continente africano, la desertificación aumenta a un ritmo creciente, y las previsiones son pesimistas para el futuro cercano. El devastador terremoto y posterior tsunami que azotó las costas de Indonesia en diciembre de 2004 se cobró la vida de más de 200.000 personas. Veinte años antes, otra desgracia mucho más silenciosa acabó con 300.000. El país era Etiopía, y la culpable, la sequía de 1983.

Ubicado entre el desierto del Sáhara y la sabana sudanesa, el Sáhel figura entre las regiones del mundo que más padecen por la falta de agua. Sin embargo, las últimas crisis hídricas han afectado más a Kenia y el Cuerno de África –Etiopía, Somalia, Yibuti y Uganda–. Más de quince millones de personas han sufrido la reciente crisis alimentaria que originó la falta de lluvias continuada.

“Más allá del factor climático, se deben considerar los conflictos en la mayoría de los países del Sáhel y el Cuerno de África, que crean inestabilidad, con miles de refugiados sin hogar, migrantes y falta de alimentos”, declara desde Dakar (Senegal) Emmanuel Seck, representante de África en la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y responsable de programa de la ONG africana ENDA. La carencia de recursos económicos de ese continente provoca que no existan infraestructuras básicas para la reserva de agua, ni tecnología agraria que permita que los cultivos sean más eficientes, lo que deriva en hambrunas frecuentes.

Fuente: https://www.muyinteresante.es/naturaleza/articulo/la-tierra-se-esta-quedando-seca-seca-451450874246
 





Sarah Romero

Un equipo de científicos liderados por Tom Gleeson de la Universidad de Victoria (Canadá) junto a otros investigadores de la Universidad de Texas (EE UU), la Universidad de Calgary (Canadá) y la Universidad de Gotinga (Alemania), han elaborado un mapa mundial de las reservas totales de aguas o acuíferos subterráneos de la Tierra. El estudio ha sido publicado en la revista Nature Geoscience.

Basándose en los datos de las reservas totales de aguas subterráneas de nuestro planeta, con más de 40.000 modelos de agua subterránea y datos de cerca de un millón de cuencas, los expertos han descubierto que menos del 6% de las aguas subterráneas en los dos kilómetros superiores de la masa de la Tierra, nuestra historia hídrica más moderna, es renovable dentro de un curso de la vida humana.

“Esto no se había conocido antes. Ya sabemos que los niveles de agua en las porciones de los acuíferos están cayendo. Estamos usando nuestros recursos de agua subterránea muy rápido, más rápido de lo que están siendo renovados”, explica Gleeson, líder del trabajo.

Este porcentaje tan bajo se debe a la creciente y continua demanda global de agua, que está provocando una sobreexplotación de estos bienes naturales tan necesarios y preciados para el ser humano.

Finalmente, la estimación global de agua subterránea en el mundo es de casi 23 millones de kilómetros cúbicos, de los que 0,35 millones de kilómetros cúbicos tienen menos de 50 años de edad. Los mayores acuíferos se encuentran fundamentalmente en la cuenca del Amazonas, el Congo, Indonesia, América del Norte y Centro América.

Este agua es un recurso más renovable que las que se encuentran a mayor profundidad y son más antiguas pero a causa de su ubicación también son más vulnerables tanto al cambio climático como a la contaminación provocada por el hombre. Gracias a este trabajo, podremos saber cuánta agua se está agotando y cuánta hay, lo que nos llevará a deducir cuánto tiempos queda en el planeta hasta que se acabe este agua.

Fuente: https://www.muyinteresante.es/naturaleza/articulo/un-mapa-mundial-del-agua-en-la-tierra-841447762082


NASA




Norberto Ovando

El ser humano está en medio de toda la naturaleza, como un integrante de la misma y no como un ser dominador y explotador de las riquezas naturales” - Rodolfo Pocop Coroxon – Maya Kaqchiquel

Más de la mitad de las reservas de agua dulce bajo la superficie terrestre destinadas a cubrir las necesidades vitales de cientos de millones de personas se están agotando, según datos del sistema de satélites GRACE de la NASA.


Los investigadores utilizaron los satélites GRACE de la NASA para tomar medidas precisas de los acuíferos subterráneos del mundo. Los satélites detectaron cambios sutiles en la atracción gravitacional de la Tierra, observando donde el peso más pesado del agua ejerció un mayor tirón en la nave espacial en órbita. Se registraron ligeros cambios en los niveles de agua de los acuíferos durante una década, de 2003 a 2013.

“Esta ha sido realmente nuestra primera oportunidad de ver cómo estos grandes embalses cambian con el tiempo”, dijo Gordon Grant, hidrólogo investigador en la Universidad Estatal de Oregón, que no participó en los estudios.

Agua vital oculta

La salud de los acuíferos del mundo varía ampliamente, dependiendo sobre todo de cómo se usaron y se utilizan actualmente.

Los acuíferos subterráneos suministran el 35 por ciento del agua utilizada por los seres humanos en todo el mundo. Los científicos habían sospechado durante mucho tiempo que los seres humanos estaban gravando el suministro de agua subterránea del mundo, pero los datos de la NASA fueron la primera evaluación detallada para demostrar que los principales acuíferos están luchando para mantenerse al día con las demandas de la agricultura, el crecimiento de la población, el turismo termal mal desarrollado y las industrias como la petrolera y minería.

Los acuíferos pueden tardar miles de años en llenarse ya que se recargan lentamente con agua de deshielo y lluvias.

Veintiuno de los 37 acuíferos más grandes del mundo han superado sus puntos de inflexión en la sostenibilidad, lo que significa que durante una década, período que duró el estudio, se eliminó más agua que la velocidad natural de recarga. Trece acuíferos disminuyeron a tasas que los situaron en la categoría más problemática. Los investigadores dijeron que esto indicaba un problema a largo plazo y que es probable que empeore a medida que crece la dependencia del agua proveniente de los acuíferos.

Acuífero Guaraní

El Acuífero Guaraní es un importante cuerpo hídrico subterráneo transfronterizo formado en la era Mesozoica. Se trata de un conjunto de rocas arenosas que está por debajo del nivel del terreno que tiene agua en sus poros y fisuras. Estas rocas se depositaron allí entre 245 y 144 millones de años atrás.

Sus dimensiones son fabulosas: supera en tamaño a España, Francia y Portugal juntas.

Un reporte del Diario El Pueblo de 2014, destacaba que ya se anunciaba el peligro de colapso, un hecho denunciado por un número indiscriminado de pozos de aguas termales que pierden inútilmente una importante cantidad de agua a diario, la cual se va a los ríos.

Tan solo en Brasil, donde el acuífero se extiende unos 840 mil kilómetros cuadrados, abastece a más de 300 poblados, entre los cuales se incluye a unos 6 millones de habitantes de Sao Paulo.

En Argentina, con sus 225 mil kilómetros cuadrados y Uruguay, con 45 mil, además de los pozos de agua potable, hay numerosas perforaciones de agua termal y otras para la plantación de arroz.

Sobre la situación del acuífero, el reporte explica que el volumen total de agua se estima en unos 30.000 km³. Sin embargo, las reservas explotables son de unos 2.000 km³/año, y la recarga en los lugares en que aflora es de solo 5 km³/año.

El geólogo uruguayo, Jorge Montaño, señaló que “en cuestión de 10 años la salinización del acuífero había aumentado en forma significativa, por lo que ahora podría haberse agravado el tema”, advirtió.

El titular de la cátedra de Hidrogeología de la Universidad de Buenos Aires, Dr. Miguel Auge, advirtió a medios de comunicación que “es urgente frenar la explotación masiva e intensiva del Acuífero, inclusive para baños curativos”.

El Acuífero Guaraní que hoy los investigadores de la Universidad de California, ponen en alerta roja porque pierde más agua de la que recibe, tiene un pronóstico sombrío.

Conclusión

“La situación es bastante crítica”, dijo Jay Famiglietti, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en California e investigador principal de los estudios dirigidos por la Universidad de California en Irvine y agregó, NO SE SABE CUÁNTO QUEDA “Las mediciones físicas y químicas disponibles son simplemente insuficientes teniendo en cuenta la rapidez con que estamos consumiendo las reservas de agua subterránea del mundo, necesitamos un esfuerzo global coordinado para determinar la cantidad que queda”.

El volumen total de agua subterránea es probablemente mucho menor que las estimaciones rudimentarias hechas hace décadas.

Fuente: NASA/AAPN

Prof. Norberto Ovando
Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales - AAPN –
Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas - WCPA –
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza - IUCN

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