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Axel C. Dourojeanni
axeldouro@hotmail.com
Cuenca, Ecuador.

1. CONDICIONES QUE FACILITAN LA OPERACIÓN DE UN ORGANISMO DE CUENCA

Autoridad y capacidad de la Dirección Ejecutiva del organismo de cuencas. La secretaría técnica debe ser un equipo reconocido para dirigir los procesos de gestión de agua de la cuenca, con poderes legales suficientes para actuar acorde con sus responsabilidades. Su rol principal es asistir a los consejos de cuenca, mantener actualizada la información, proponer opciones de prevención o solución de conflictos, mantener un excelencia profesional y en general ser un equipo de trabajo altamente competente.

Capacidad de autofinanciamiento de la Dirección Ejecutiva. Es obviamente vital que las entidades de cuenca dispongan de fondos para realizar sus trabajos cualquiera sea su origen, pero cuantos más fondos se generan por los propios usuarios, más compromiso adquieren con el cumplimiento de los objetivos de las actividades que están financiando.

Estándares a ser respetados para mantener el enfoque la gestión integral de cuencas en forma consistente con las políticas públicas. Son los límites que fijan las reglas y marcos en que debe mantenerse por ejemplo para la gestión del agua, los suelos, la fauna en las cuencas y las propias características, incluyendo su efecto en el mar. Las leyes deben ser capaces de reconocer dichos límites (con un balance entre los límites que imponen las ciencias sociales y los límites que impone la naturaleza estudiados por las ciencias exactas).

Capacidad de integración entre los planes formulados y los procesos de gestión necesarios para ejecutarlos. Para que un plan de gestión de cuencas sea funcional, requiere una combinación adecuada de aproximaciones en su elaboración y aplicación que provengan tanto de “abajo hacia arriba” como de “arriba hacia abajo” de los variados actores que intervienen en la cuenca..

Apoyo o asesoramiento de técnicos y organismos especializados. El organismo de cuenca debe contar con el apoyo de un panel de expertos independientes para abordar aspectos técnicos, institucionales y de procedimientos para la resolución de conflictos. Este panel, idealmente, de preferencia debe integrarse expertos regionales, de universidades o consultoras, pero también debe poder obtener apoyo, cuando sea necesario, de especialistas de otros países.

Estructura base de participación de los usuarios, empresas y en general de la sociedad local. La organización para la gestión de la cuenca debe incentivar y asegurar la participación de los actores relevantes en una forma abierta, equitativa y con soporte de recursos. Las participaciones deben darse dentro de reglas que contribuyan a que las reuniones y foros se conduzcan en forma ordenada, informada y respetuosa.

Capacidad de formular y ejecutar planes integrales de gestión en forma participativa. El elemento conductor clave para la coordinación de las acciones es lo que comúnmente se denominan programas de acción, planes directores, planes maestros o planes estratégicos de carácter principalmente indicativo, para orientar las acciones a ser ejecutadas en la cuenca..

Compromisos adquiridos formalmente por y con las autoridades locales y las empresas locales. Los compromisos de los Estados, de los municipios y de las empresas en los procesos de gestión de las cuencas que se encuentran total o parcialmente dentro de su jurisdicción, son reveladores del nivel de aceptación de los organismos y del consejo de la cuenca.

Medios para un mejoramiento continuo de los sistemas de gestión y participación de los actores involucrados. El sistema de gestión debe basarse en la aceptación de un control de excelencia y ética permanente en su accionar. Este principio se sustenta en que cada paso de un proceso de gestión sea permanentemente monitoreado para determinar si está dando los resultados esperados y como mejorarlos.

Las secretarías Técnicas de los organismos de cuenca como centros de estudios económicos y coordinadoras de inversiones en la cuenca. Las cuencas son territorios que proveen una variedad de servicios ambientales, sociales y económicos. Estos servicios deben ser debidamente evaluados económicamente y socialmente con el fin de determinar los costos y beneficios de los mismos y asignarlos adecuadamente a los actores que intervienen en la cuenca.

Capacidad de hacer valer los derechos y obligaciones con relación al uso del territorio y sus recursos y hacer cumplir las normas en casos de conflictos. La aceptación de recibir auditorias y la vigilancia de la aplicación de las normas aprobadas por el consejo de una cuenca y el Estado debe ser una atribución de una organización encargada de gestión de cuencas, como lo es la secretaría técnica.

La aceptación de recibir auditorias externas e independientes y de informar públicamente los resultados de las mismas. Los resultados logrados en los diferentes periodos de gestión y manifestados por las entidades de cuencas deben ser verificados por sistemas externos de evaluación y auditoria. Ello debe incluir el balance económico de la gestión.

La aceptación de funciones, términos y compromisos compartidos por los actores involucrados. En una ley y en la asignación de roles, la definición de los términos y conceptos que se emplea es clave para evitar confusiones en los roles que se les asigna a las diferentes instituciones y personas, públicas o privadas, encargadas de aplicarla o de acatarla.

Habilidad de negociación con otras entidades de cuenca con las cuales pueden haber intercambios. Para realizar esta acción se requiere tener la legalidad para negociar, la capacidad de plantear opciones para llegar a acuerdos, la posibilidad de consultar a las bases dentro de un marco adecuado, la posibilidad de conocer las ventajas y desventajas de cada negociación y, sobre todo, los costos económicos, sociales y ambientales de las decisiones así como saber aceptar los intereses REGIONALes. Esta habilidad adquiere especial importancia cuando se requiere negociar con otros consejos de cuenca dentro del mismo país o en la situación de cuencas transfronterizas.


LA GESTIÓN Y LA PARTICIPACIÓN EN UN ORGANISMO DE CUENCA


Gestión ante los desacuerdos. Un aspecto importante en la creación de entidades de coordinación y concertación a nivel de cuencas es definir claramente qué se hará si la coordinación y concertación -que implican un acuerdo entre las partes- fracasan (Solanes, 2001b). Conviene determinar de manera muy clara y precisa quién mantiene en estos casos el poder residual de tomar las decisiones necesarias, para evitar que un actor o grupo de actores paralicen el trabajo de la entidad.

Gestión de cuencas específicas. Otra tendencia que se observa en varios países de la región es la creación de sistemas de coordinación y concertación orientados al manejo y protección de cuencas específicas, principalmente aquellas utilizadas con fines de captación de agua para abastecimiento de agua potable, control de la contaminación y, en algunos casos, al control de inundaciones.

Participación del gobierno local. Las entidades de coordinación a nivel de cuenca normalmente cuentan con participación de la empresa de agua potable y saneamiento y de los municipios servidos, pues la práctica ha demostrado que para que los programas de manejo de cuencas tengan éxito, su implementación debe estar coordinada con y apoyada por los gobiernos locales, así como por la comunidad de la cuenca.

Por otra parte, la descentralización parcial a nivel local de las responsabilidades relacionadas con fiscalización y detección de irregularidades es particularmente necesaria cuando las autoridades a nivel central no son capaces de desempeñar esas funciones eficientemente en todo el territorio REGIONAL (por ejemplo, debido a la escasez de presupuesto y personal, o una estructura administrativa excesivamente centralizada).

En:  DECLARACIÓN DE COMPROMISO DE LOS MIEMBROS DEL CONSEJO DE GESTIÓN DEL AGUA DE LA CUENCA DEL RÍO PAUTE : UNA PROPUESTA AL CONSEJO




En diferentes regiones del mundo ya se evidencian los efectos e impactos del cambio climático. De hecho en ecosistemas de altas montañas, como la Cordillera de los Andes, el retroceso de los glaciares y la variabilidad climática extrema (lluvias torrenciales, sequías, granizadas, heladas, etc.) están afectando los medios de vida y desarrollo de las comunidades rurales más pobres y vulnerables que viven de la actividad agropecuaria.




Mientras persista el negacionismo climático y la inercia de los responsables de esta crisis, el futuro es incierto y de alto riesgo sobre todo para estas poblaciones. De allí la importancia de realizar investigaciones en conocimientos tradicionales y medidas adaptativas, como las que desde hace siglos desarrollaron las culturas agrocéntricas andinas frente a factores ambientales adversos. Sociedad-naturaleza: racionalidad y problemática ambiental La Cordillera de los Andes es una de las regiones geográficas más extensas y representativas del Perú y América del Sur. Su configuración biogeográfica es sumamente compleja y heterogénea, así como la geomorfología, los climas y ecosistemas de las cuencas hidrográficas de su vertiente occidental y oriental. Es también asiento importante de múltiples culturas originarias, que bajo condiciones climáticas y topográficas adversas, desarrollaron valiosos conocimientos y tecnologías adaptativas en el manejo de diversos ecosistemas para la producción alimentaria y la satisfacción de sus necesidades básicas.

En las zonas alto andinas, el proceso adaptativo de diferentes grupos humanos es resultado de sus múltiples interacciones como sociedad-naturaleza. Así, su estudio implica considerar dos dimensiones claves: i) La ambiental, para caracterizar los procesos sociales de ocupación-adaptación y las relaciones de predominio y control político-administrativo sobre el territorio y sus repercusiones en el entorno; y ii) La cultural, porque al analizar las implicancias ambientales derivadas de las relaciones de interacción sociedad-naturaleza sobre el territorio ocupado, existen determinados contextos culturales en los que se manifiestan impactos específicos(1). Las formas de vida o manifestaciones positivas ensayadas por disímiles culturas y sociedades en determinados territorios y ecosistemas, se explican según el concepto de racionalidad ambiental, porque alude un cuerpo de valores o principios orientados hacia la búsqueda de una finalidad ambiental positiva. En esa medida, también los desajustes o desfases en el proceso adaptativo, son resultado de múltiples factores condicionantes propios del sistema de interacción sociedad-naturaleza. Lo que -como antítesis- nos conduce por el umbral de la irracionalidad, configurando el concepto de problemática ambiental: o sea, cuando los factores condicionantes del sistema de interacción sociedad-naturaleza configuran un conjunto de elementos de desequilibrio, conocidos como defectos de racionalidad (irracionalidad).

El concepto anterior, sin embargo, no se contrapone con los alcances de la cosmovisión holística andina. Al contrario, las implicancias ambientales derivadas de la relación sociedad-naturaleza deben comprenderse en el contexto de determinadas culturas, territorios y entornos ambientales. Por lo que el marco cultural implicará entender una forma específica de racionalidad o un tipo de comportamiento que la sociedad manifestará sobre el espacio-territorio ocupado, asumiendo de forma razonable que este le proporcione sus medios de vida.

Relaciones múltiples de las sociedades humanas con el ambiente

Al respecto resaltamos la contribución de Julián Steward (1955)(2), quien integró el análisis de los componentes población-ambiente. Siendo su aporte más importante y original la teoría del evolucionismo multilineal, según la cual las sociedades humanas contemplan trayectorias múltiples y variables en sus procesos de cambio y adaptación. Steward estudia la discontinuidad del proceso evolutivo, en tanto: “a veces conduce a un mayor control energético y una mayor complejidad social y otras veces a formas sociales y económicas más simples”(3).

Por su parte, Salhins y Service(4) logran un avance interesante en el estudio del proceso evolutivo de las comunidades, proponiendo integrar dos fases principales: i)“…la evolución crea diversidad debido al mecanismo de adaptación, que forja constantemente formas nuevas en función de cambios microambientales. Y ii) “…los organismos inevitablemente evolucionan desde las formas simples hasta las más complejas, desde los organismos con menor control energético hasta los de mayor control”(5). En efecto, la evolución de las poblaciones sigue -en general- un proceso ascendente en el tiempo pero con distintos rumbos y discontinuidades. En base a esta idea visionamos la evolución multilineal desde una perspectiva dialéctica, representándola como una figura de forma y función helicoidal: sinuosa y contradictoria pero progresiva. Las poblaciones originarias siguen diferentes rumbos evolutivos condicionados por diversos factores (objetivos y subjetivos, endógenos y exógenos) relativos a los territorios ocupados y a sus entornos ambientales, en cuyos procesos particulares y a través del tiempo, sus estrategias adaptativas tienden a diversificarse y complejizarse, excepto en los casos extremos que por otros factores, sus estrategias se hayan ido simplificando (hasta incluso colapsar).

Actualmente, siguiendo las investigaciones sobre la teoría de sistemas y desde el uso primigenio del concepto ecosistema, es ampliamente aceptado que el estudio de la relación sociedad-naturaleza no puede abordarse como dos componentes separados, sino más bien interrelacionados, porque constituyen las partes compositivas de un todo sistémico(6). Así pues, ambos componentes se interrelacionan en un todo representando un complejo de relaciones de causalidad mutua. Por lo que pueden medirse con algunos indicadores de base, como -por ejemplo- la calidad de vida para referirse al perfil de una sociedad, y la calidad ambiental para referirse al statu quo de la naturaleza.




La explicación anterior se basa en el teorema de la indecibilidad de Godel(7), que establece que cada modelo se explica dentro de un modelo más amplio y más general, proponiendo que los problemas ambientales de la sociedad actual deben analizarse dentro de un sistema de referencia en cuyo centro se localiza la sociedad; y que ésta -a su vez- se enmarca en un contexto mucho más amplio de problemas y metaproblemas. Así, hoy en día es inconsistente hacer una descripción y análisis completo del ecosistema sin más referencia que el propio ecosistema, porque este resulta -per se- insuficiente para explicar los distintos niveles y formas de relación de una sociedad y su problemática de acceso a recursos naturales, su crecimiento económico y calidad de vida, y sus repercusiones ambientales. En consecuencia, problemas ambientales como el calentamiento y cambio climático, deben estudiarse como fenómenos complejos a escala global-local, en tanto sistemas abiertos, basados en las múltiples interacciones como sociedad-naturaleza, y según las complejas relaciones de causalidad mutua subyacentes: flujos de intercambios de energía de sistemas y subsistemas que configuran y caracterizan cambios tecno-productivos, socioeconómicos, políticos y de organización, así como de sostenibilidad en las distintas sociedades y culturas en espacios determinados.

Armonías y desarmonías en la artificialización de ecosistemas Los pueblos originarios prehispánicos establecieron relaciones de interacción con la naturaleza, en función al desarrollo de valiosas experiencias y conocimientos sobre ella: su capacidad de observación y aprendizaje en miles de años, a través de múltiples pruebas de ensayo-error(8), implicaron un proceso continuo de artificialización (antropización) del espacio-territorio ocupado.

Numerosas investigaciones confirman que durante los multiprocesos de ocupación-adaptación territorial y ambiental, las sociedades originarias -por necesidad de sobrevivencia- desarrollaron conocimientos pormenorizados de la estructura, composición y funcionamiento de los ecosistemas y pisos altitudinales: su compleja biodiversidad, sus microclimas y los componentes físicos de distribución espacial (vertical-altitudinal y horizontal-longitudinal). Así, de forma progresiva ensayaron las modificaciones necesarias que aseguraran su sobrevivencia. Es el caso de las culturas agrocéntricas en zonas alto andinas, que conocieron el comportamiento microclimático, modificaron ecosistemas, domesticaron plantas y animales y manejaron la biodiversidad hasta convertirlos en complejos agroecosistemas.

Con el tiempo, por efecto de la modernización agraria convencional e industrialización, están en riesgo de perderse los sistemas tradicionales de conocimientos y prácticas de los pueblos originarios sobre el medio físico e indicadores bioclimáticos, su taxonomía biológica folklórica, sus prácticas de producción y su naturaleza experimental. De allí que, frente a la crisis ambiental y al fenómeno del cambio climático, los saberes y prácticas locales han adquirido tal dimensión e importancia que están sirviendo de base para el desarrollo de nuevos conocimientos científicos y medidas adaptativas(9). Las sociedades prehispánicas construyeron sistemas de vida resilientes adaptados a diferentes medios, logrando un alto grado de conocimientos frente a la variabilidad climática y factores adversos(10). En ecosistemas de altas montañas, las poblaciones originarias evolucionaron según su capacidad de adaptación o inadaptación, bajo condiciones disímiles en el manejo de la oferta de recursos disponibles y según los tipos de organización socioeconómica y de racionalidad empleados en el manejo de los ecosistemas. Son pues procesos supeditados al desarrollo de determinadas capacidades de resiliencia social (fuerte o débil) de las distintas sociedades y culturas para superar las dificultades y lograr adaptarse al entorno territorial y microambiental o de lo contrario fracasar e inadaptarse(11).

El grado de manejo y control energético local en el proceso adaptativo de las poblaciones originarias es clave. Depende de las tensiones, formas de interacción y de los niveles de intercambio de flujos de energía: incremento de los “outputs” y reducción de los “inputs”. En consecuencia, frente a la variabilidad climática y otros factores adversos, reducir el grado de incertidumbre en el manejo de los factores microambientales y maximizar la resiliencia y la eficiencia energética local, mediante el uso intensivo de conocimientos y tecnologías innocuas, organización de la mano de obra, etc., posibilitará un mayor grado de subsistencia y autonomía de las poblaciones locales en la gestión de sus recursos naturales.

A diferencia de estudiar las implicancias ambientales desprendidas de los mecanismos adaptativos ensayados a nivel individual, es a nivel colectivo en el que se configura y expresa mejor la forma predominante de relacionamiento de las sociedades y culturas con su entorno territorial y ambiental. El sentido de identidad y la pertenencia territorial de las poblaciones originarias se expresan con mayor nitidez cuando se refieren a lo colectivo, porque expresan su cosmovisión y existencia misma como tales (su imaginario). Estas formas de identidad territorial colectiva permitieron la construcción de una relación respetuosa con la naturaleza y una línea de continuidad e identidad generacional alrededor de ella.

Actualmente diversos factores como la densidad demográfica y estilos de vida de los países que incrementan la presión de uso sobre los recursos naturales y el ambiente (huella ecológica), la expansión de la economía de libre mercado y los proyectos extractivos de recursos naturales, la crisis sistémica y las políticas centralistas y excluyentes de desarrollo de los países, los procesos de industrialización contaminante y de transferencia y dependencia tecnológica agroalimentaria norte-sur, la injerencia económica y comercial de las corporaciones transnacionales y los países hegemónicos sobre los recursos naturales y medios de vida de los pueblos originarios, la erosión de los conocimientos tradicionales, etc., son factores determinantes del fenómeno del cambio climático global, y que de hecho vienen impactado en la problemática de inseguridad alimentaria y pobreza de las poblaciones rurales en ecosistemas de altas montañas. Es pues imperativo realizar investigaciones en medidas adaptativas que recojan y potencien conocimientos tradicionales y fortalezcan la capacidad de resiliencia local.

Notas:

(*) Mag. Ing. Agrónomo, Consultor en Gestión Ambiental y Desarrollo.

1 “Las comunidades indígenas y su evolución en el proceso de adaptación territorial, resiliencia y desarrollo endógeno: teorías y notas del contexto latinoamericano”, ensayo de Walter Chamochumbi, Lima. 2006.

2 Julián Steward, 1955, pp.14-15, citado En Emilio F. Morán (1996),”La ecología humana de los pueblos de la amazonia”, (1982b, p.43), p. 44-45).

3 Citado por Emilio Morán (1996), Ibíd., p. 45.

4 “Evolución y cultura”, 1960, en Morán (1996), Ibíd., en base a trabajos de Julián Steward y Leslie White.

5 Op cit de Salhins y Service pp.12-13, en Emilio Morán (1996), Ibíd., p. 49.

6 “la sociedad y la naturaleza pueden ser consideradas como dos sistemas independientes que se contraponen o bien que interactúan y se complementan, lo cual constituye la base del planteamiento dualístico del problema. La otra opción considera a la sociedad-naturaleza como una sola unidad indivisible que se integra como un todo, lo cual es la base del planteamiento monístico del sistema” Op cit de Juan Gastó (1994), p. 131…”Aproximación Agroecosistémica”, en Módulo I “Agroecología: Bases Históricas y Teóricas”, Curso sobre Agroecología, CLADES-CIED, Lima, pp. 123-135.

7 Citado por Juan Gastó. Ibíd.

8 Nicolo Gligo y Jorge Morello (1980)…“Notas sobre la historia ecológica de América Latina”, publicado en Estudios Internacionales, 13, Nº 49, Santiago de Chile, enero-marzo de 1980, pp. 112-148.

9 Miguel Altieri (1994)…”Por qué estudiar la Agricultura Tradicional”, en Módulo I “Agroecología: Bases Históricas y Teóricas”, Curso sobre Agroecología, CLADES-CIED, Lima, pp. 71-81.

10 Ver Consorcio GTZ/FUNDECO/IE (2001)…”Protección, recuperación y difusión de conocimientos y prácticas tradicionales”, Documento preliminar para revisión por países, CAN, Estrategia Regional de Biodiversidad, La Paz – Bolivia, 97 p.

11 La antropización de ecosistemas no ocurre bajo condiciones homogéneas ni relajadas. Al contrario, mayormente ocurre bajo condiciones de alta heterogeneidad ecogeográfica y de constante tensión en el manejo de los factores micro-ambientales.

Fuente: Ecoportal.net

 


Cambio climático y camélidos andinos[1]

por Marc Dourojeanni[2]

foto: thomas Müller

El Perú ha sido reconocido como uno de los países más susceptibles a los efectos del cambio climático previsto. El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, en su reciente visita a Lima destacó esa problemática y la mencionó como una de las justificaciones para que el Perú albergue la próxima Conferencia de las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP20).

El cambio climático es un proceso en marcha y sus efectos ya son visibles en todo el Perú. Entre sus muchas facetas destaca la reducción del área de los glaciares andinos que puede observarse a simple vista. El deshielo, por el momento, parece beneficiar a la costa desértica de ese país donde vive el 60 por ciento de la población, permitiendo una notable expansión de sus áreas cultivadas y urbanas. Pero todo indica que esa bonanza tiene plazo fijo. Si el caudal de agua disponible para la costa disminuye y si su flujo es aún más irregular, es fácil prever que puede dar lugar a un escenario de pesadilla social, más aun cuando se sabe que en la actualidad gran parte de la población urbana ya carece de ella. Es obvio que ese es apenas uno entre muchos de los probables efectos del cambio climático que son diferentes en cada región pero, en esta nota, se desea enfatizar en la correlación entre la vertiente occidental de los Andes y la costa árida peruana.

El almacenamiento de agua en la vertiente del Pacífico

La precipitación pluvial en la vertiente occidental es actualmente muy limitada[3]. Se almacena en los glaciares pero, como las evidencias científicas lo indican, lo hace principalmente en el suelo y subsuelo de las formaciones vegetales conocidas como jalca en el norte y puna en el centro y sur. También se almacena, lógicamente, en lagos y lagunas naturales o artificiales así como en humedales alto-andinos, entre ellos los conocidos como bofedales u oconales. Como he mencionado, una parte los glaciares está desapareciendo y, debido al mal uso de la tierra en los Andes, la capacidad de almacenamiento de los suelos, en especial en las punas pero también en las faldas andinas, está reduciéndose rápidamente.

¿Qué pasa con las punas? Primeramente, estas fueron sometidas a miles de años de uso y abuso del fuego para renovar sus pastos, lo que entre otras consecuencias ha eliminado la cobertura forestal donde antes existía, desde hace casi 500 años, a eso se añade el pastoreo de animales ajenos al ecosistema, entre ellos bovinos, caprinos, ovinos y equinos, todos ellos traídos al Perú por los conquistadores para sustituir al ganado incaico, es decir llamas y alpacas y, de paso, eliminando a sus parientes salvajes, las vicuñas y guanacos.

El problema no es única ni centralmente la prioridad dada a animales domésticos exóticos no siempre adaptados a la realidad ecológica sino la bajísima tecnología aplicada a su manejo en la mayor parte de la región. En efecto, la falta de rotaciones y de cercas y, en general, de manejo y mejora de pasturas así como el uso abusivo y generalizado del fuego, la pésima calidad del rebaño, los descuidos sanitarios, las prácticas obsoletas de aprovechamiento, la falta de mecanismos de comercialización honestos, entre otros factores, provocan que la cuenta sea pagada por el suelo que soporta esa actividad ganadera. Lo curioso es que, lado a lado, coexiste una actividad pecuaria moderna que evita muchos de esos males y que, por lo tanto, permite una actividad económica significativa sin grande impacto sobre la capacidad del suelo de retener agua. Pero, lamentablemente, esas especulaciones bien conducidas son raras y ocupan poco espacio de las punas que, en su mayor parte, pertenecen a comunidades campesinas tradicionales y pobres.

El ganado autóctono

El impacto principal de la actividad ganadera dominante es, de una parte, el aumento de la erosión de los suelos -en todas sus formas, desde la laminar hasta la formación de cárcavas- debido a su compactación y a su desnudamiento. El ganado vacuno así como el equino tienen un peso elevado por lo que compactan el suelo a la vez que sus cascos sacan esquirlas de tierra. Además, por sus hábitos alimentarios, maltratan la vegetación a la que arrancan en lugar de cortar, otra vez exponiendo el suelo. Este último problema es semejante al que ocasionan, aunque en menor grado, los demás animales exóticos. El fuego, por otra parte, también desnuda peligrosamente el suelo y además contribuye, junto con el sobrepastoreo, a una selección negativa de las gramíneas y de otras especies, permitiendo la proliferación de las que no son comestibles. Si a lo anterior se suma la falta de rotación efectiva del pastoreo, queda configurada la realidad que se observa. Es decir, pastos y suelos severamente degradados que además de no soportar una actividad pecuaria rentable también limitan drásticamente la capacidad de la puna para almacenar el agua de lluvias y nevadas que en lugar de infiltrarse en el suelo discurre encima, arrastrando el suelo desnudado y formando, finalmente, enormes cárcavas visibles por doquier.

La domesticación de los camélidos americanos en los Andes de Perú y Bolivia se remonta a millares de años, dando como resultado las bien conocidas llamas y alpacas. Hay llamas para todo uso, desde carne y cueros, para carga e inclusive como monturas. Existen evidencias de que los ejércitos incas así como otros anteriores las usaron hasta para transporte de personal. Las alpacas siempre fueron orientadas a la producción de lana y carne y, en consecuencia, también de cueros y pieles.

A diferencia de todos los herbívoros domésticos exóticos, los camélidos sudamericanos están bien adaptados a las condiciones ecológicas de los altos Andes. Pesan mucho menos que bovinos y equinos, resisten las bajas temperaturas y la escasez de agua y poseen otras adaptaciones al clima radical y a la altitud. Sus extremidades terminan en yemas blandas o almohadillas que evitan impactar el suelo y su dentición es de crecimiento continuo, lo que les permite cortar el pasto en lugar de arrancarlo, limitando la erosión. Estas características de los camélidos determinan que, mediando un manejo razonable, tengan muy poco impacto sobre los pastos, los suelos y sobre la capacidad de estos para almacenar agua.

Cuando los españoles llegaron al Perú, mostraron algún interés por el “ganado de las Indias” pero predominó la tradición europea y es así como rápidamente los camélidos fueron sustituidos por el ganado de aquel continente, que fue impuesto en todos los Andes. Los campesinos nativos dominados e influenciados por el mercado, los imitaron y se desarrolló la moda de despreciar todo lo relacionado a productos de llama y alpaca, exceptuando apenas la lana de estas últimas. Eso provocó que la población de esas especies disminuyera drásticamente y se limitara principalmente al sur del Perú y a las comunidades campesinas más alejadas y pobres.

Es apenas a partir de mediados del siglo pasado que se ha revalorizado la alpaca, en especial su lana pero más recientemente también su carne. En la actualidad estos son productos extraordinariamente muy bien cotizados, particularmente la lana, y por ello existe un enorme e insatisfecho mercado internacional. Lamentablemente la llama sigue siendo despreciada[4] y su población en el Perú continúa disminuyendo aunque las excelentes propiedades de su carne deberían mantenerla al mismo nivel que la alpaca.

A pesar del evidente potencial económico de los camélidos sudamericanos y de sus indiscutibles ventajas ecológicas, la mayor parte de las punas continúa dedicada a criar ganado bovino y ovino, con bajísima rentabilidad y con gran daño ambiental.

¿Por qué no se desarrolla más la ganadería de camélidos?


Es probable que la razón principal por la que la ganadería de camélidos no prospera más sea simplemente que la mayoría de las comunidades campesinas, especialmente al norte de Puno, ya no saben cómo criarlas, a lo que se suma que muchos comuneros aún están influenciados por el desprecio que los peruanos mantuvieron por siglos contra esos animales.

Se han hecho esfuerzos por convencer a los comuneros para sustituir bovinos y ovinos por alpacas y llamas, especialmente en el interior de áreas protegidas andinas, como en el Parque Nacional Huascarán, en la Reserva Nacional de Pampa Galeras o en el Santuario Nacional de Huayllay. Todos han sido infructuosos. Sin embargo, a la resistencia de las comunidades siempre se ha sumado el hecho de que el Estado no ha sabido proporcionar las condiciones ni los incentivos adecuados para estimular o viabilizar el cambio. Hacerlo pasa no solamente por el apoyo técnico y financiero sostenido sino por la garantía de un mercado honesto. Además se trata de una mudanza que debe ser gradual, al compás de las tradiciones locales[5].

En el caso específico de la llama hace falta un esfuerzo mucho más amplio. Si bien la alpaca ha sido redimida en la escala de valores de los peruanos, la llama sigue siendo despreciada y vilipendiada. Ni siquiera se piensa en usar carne de llama para alimentación a pesar de que organolépticamente se diferencia poco de la de alpaca y que, si es criada para carne, puede superar las virtudes de esta a un precio mucho menor. Los patrióticos cocineros neoandinos tienen el deber de incursionar en este tema.

¿Y el manejo de la vicuña?

Llamas y alpacas tienen dos parientes salvajes: la vicuña y el guanaco. El guanaco es ecológicamente relevante[6] pero sus productos son menos interesantes que los que se obtiene de la vicuña. Este último animal fue intensamente cazado desde la época precolombina, inclusive masivamente mediante chacos en que los animales capturados eran sacrificados y, durante los periodos colonial y republicano, muertas a tiro de carabina. La población de vicuñas del Perú llegó a su mínimo histórico en los años 1960, cuando el gobierno creó la Reserva Nacional de Pampa Galeras. A partir de entonces la población ha venido aumentando y siendo redistribuida en diversos lugares de los altos Andes. A pesar de la actividad senderista que atacó reiteradamente al Programa Vicuña y de la caza furtiva que no ha sido eliminada, la población actual ya es significativa, aunque muy lejos del potencial.

La idea original del Programa Vicuña era manejarla usando las técnicas bien conocidas del manejo de fauna, que se aplica extensamente en Norte América, África y Europa y que se basa en censos y elaborados estudios científicos. Pero la sensiblería popular y la ignorancia impidieron que esta opción fuera aplicada con lo que se elevó mucho el costo de la producción y se crearon problemas ecológicos serios. En efecto, si no se eliminan y aprovechan los excedentes poblacionales en forma de machos que ya no poseen grupos familiares e individuos viejos, enfermos y lisiados de ambos sexos, se aumenta la presión sobre los pastos escasos eventualmente sobrepasando la capacidad de carga del área y se facilita la propagación de enfermedades y parásitos. Pero ningún argumento superó la resistencia liderada por el proteccionismo tradicional[7] y por eso apenas quedó la opción de realizar chacos anuales en los que se esquila a los animales capturados. Estos chacos no resuelven los problemas mencionados, son costosos y además generan muchas bajas en la población por stress y debido a accidentes como patas quebradas. La otra vía, cada vez más aplicada aunque igualmente cara e inadecuada es tratar las vicuñas como si fueran animales domésticos, colocándolas en cercos.

Pero, para el asunto del que se trata, ambas formas de manejo de la vicuña, es decir como animales salvajes y, a pesar de todo, igualmente como si fuera ganado, son opciones extremamente válidas e importantes para ocupar las áreas de puna más áridas o de suelos más pobres, donde la ganadería de alpacas y llamas ni ninguna otra prosperarían bien.

La rentabilidad económica de alpacas y vicuña es extremamente elevada en términos de todos sus productos pero especialmente por la de sus finísimas lanas. Estas disponen de un mercado ilimitado y generan múltiples empleos en el campo, en la artesanía, la industria textil y hasta en la moda de nivel mundial.

Volviendo al tema del agua

Si, como he descrito, las punas ya han perdido y siguen perdiendo su capacidad almacenadora y reguladora del agua, principalmente a consecuencia de la ganadería de bovinos y de otros animales exóticos, y es sabido que los camélidos sudamericanos tienen mucho menos impacto sobre el ecosistema y, simultáneamente, su rentabilidad económica es mucho mayor, la solución al problema queda evidente: se debe impulsar la sustitución gradual del ganado exótico por el nativo.

No se trata de eliminar la ganadería altoandina de bovinos y ovinos, el cual es rentable debidamente tecnificada y conducida con reducido impacto ambiental. Pero, habida cuenta de que eso es la excepción y de que los camélidos son más rentables, debe promoverse la sustitución de la ganadería dominante, conducida en lugares inadecuados, mal llevada, ineficiente y, además, degradante. Se propone, pues, lanzar un programa nacional de sustitución de bovinos por camélidos -domésticos y salvajes- en condiciones de puna, lo que guardaría algunas similitudes con los aspectos civiles y más positivos del programa de sustitución de la coca por café y cacao bajo sombra.

Eso implica asistencia técnica tanto para ganadería de camélidos como para manejo de vicuña y financiamiento de largo plazo. Estos apoyos deben ser precedidos de una cuidadosa campaña que explique las ventajas económicas y ecológicas de los camélidos y que haga realmente deseable a los campesinos incursionar en esa línea de producción. Asimismo implica crear condiciones para que el mercadeo de los productos sea honesto y ventajoso para los campesinos.

El costo de un programa de sustitución de ganado exótico, como parte del manejo de la cuenca y para garantizar la regularidad del flujo hídrico, debería ser cubierto por el precio del agua que utilizan los agricultores de la costa que se beneficiarán.
Es obvio que la retención de agua en las punas también puede lograrse mediante otras técnicas, incluyendo represamientos pero todas ellas son más caras y menos rentables que la ganadería o el manejo de camélidos. Acciones de conservación de suelos, como los surcos de infiltración y la reforestación de algunos sectores son asimismo complementarios de cualquier especulación ganadera bien conducida[8].

Esto no es nada nuevo y ya ha sido dicho y escrito muchas veces, en muchas formas, en el pasado longincuo y reciente. Pero, siempre vale la pena insistir, más ahora que las evidencias del cambio climático ya comenzaron a preocupar hasta a las autoridades nacionales.


Referencias consultadas

Camiloaga J., Fernando 2010 Cosecha del agua: Adaptación al cambio climático en el Sur del Perú, alcances y desafíos III Simposio Internacional de Camélidos Sudamericanos Arequipa (Presentación en data-show)

Dourojeanni, Axel Ch. 2013 Alcances de las acciones de manejo de cuencas Fundación Chile, Santiago 15p.

Dourojeanni, Marc J. 2009 Crónica Forestal del Perú Universidad Nacional Agraria, La Molina Ed. San Marcos, Lima 727p.

Hofmann, Rudolf K.; Kai-Christian Otte, Carlos Ponce y Manuel Ríos 1983 El Manejo de la Vicuña Silvestre GTZ, Lima Tomo I y Tomo II: 705p.

MINAG 2005 Estrategia Nacional de Desarrollo. Los Camélidos Domésticos en el Perú Ministerio de Agricultura y Consejo Nacional de Camélidos Sudamericanos, Lima 46p.

ONERN 1985 Los recursos naturales del Perú ONERN, Lima 326p.

Root‐Bernstein, M. and F. Jaksic 2013 The Chilean Espinal: Restoration for a Sustainable Silvopastoral System Restoration Ecology

Salazar, Beatriz y Nelly Rivera 2013 La invalorable labor comunal para conservar los bofedales La Revista Agraria, Lima N0 157: 10-11

Tosi, Joseph 1960 Zonas de Vida natural en el Perú IICA, Zona Andina, Lima Boletín Técnico No 5 271p.
Notas
[1] Enero 2014

[2] Profesor Emérito de la Universidad Nacional Agraria, La Molina (lima, Perú)

[3] Eso, como bien se sabe, es debido al efecto combinado de la corriente fría del Pacífico Sur (Corriente de Humboldt) y de la elevada altura de los Andes. Por eso, tanto la sierra como en especial la costa del centro y del sur del Perú, a pesar de estar en el trópico, son regiones desérticas. Según algunas teorías, eso podría ser modificado dependiendo de las tendencias del cambio climático. Dicho de otro modo, podría llover más en esas regiones.

[4] Prueba de ello es que en la Estrategia Nacional de Desarrollo. Los Camélidos Domésticos en el Perú preparada en 2005, la llama ni siquiera es mencionada. Solamente trata de la alpaca.

[5] Todos los requisitos para lograr eso están bien delineados en el mencionado Plan. Pero, hasta 2013, ninguna de las propuestas ha sido debidamente implementada.

[6] Tanto es así que en Chile se está demostrando, mediante un pequeño proyecto, la importancia de “renaturalización” del guanaco.

[7] El “ambientalista” Felipe Benavides fue el gran responsable por el desperdicio de esa oportunidad, confundiendo a la opinión pública.

[8] Ver, por ejemplo, las excelentes notas de Camiloaga (2010) y de Salazar y Rivera (2013) que confirman varios textos de Axel Dourojeanni y de Joseph Tosi, entre muchos más.

Fuente: SPDA Actualidad Ambiental









El miércoles 5 de febrero se abrió el proceso de inscripción al Segundo Congreso Internacional de Terrazas, que se desarrollará entre el 14 y 22 de mayo del 2014 en el Perú con el objetivo de resaltar la importancia de las terrazas/andenes en el mundo como un sistema integral de manejo territorial y de recursos naturales, así como por su importante rol frente al cambio climático, la seguridad alimentaria y el fortalecimiento de las dinámicas económicas y sociales de la pequeña agricultura familiar.

El Perú ha sido elegido por ser escenario de una de las civilizaciones que desarrolló una alta cultura y tecnologías sofisticadas en la construcción y manejo de terrazas. En este país existen actualmente más de 500 mil hectáreas de terrazas de diferentes características y localizadas en las diversas zonas de vida.

En las últimas décadas se han desarrollado esfuerzos para rehabilitar terrazas de cultivo, o introducir la tecnología de acuerdo a las especificidades de cada región. Estos esfuerzos han sido impulsados por distintos actores, principalmente el Estado, ONGs, Centros de Investigación e incluso agricultores por propia iniciativa. Aun así, se carece de políticas definidas por parte de los gobiernos -o éstas son poco conocidas- sobre cómo actuar y qué recursos invertir para la conservación de las laderas por medio de su transformación en terrazas de cultivo.

Este Segundo Congreso permitirá hacer un balance del estado de la gestión de terrazas en diferentes regiones del mundo y contar con conocimiento disponible y enriquecido por los participantes, sobre terrazas y su contribución a la seguridad alimentaria y nutricional y la pequeña agricultura familiar en un contexto de cambio climático. Un aspecto importante será el Inter aprendizaje que se genere a partir del diálogo intercultural de los participantes. Todo esto contribuye al proceso de construcción de la agenda de Desarrollo post 2015 en un escenario de cambios globales.

Los temas que se abordarán son: i) Manejo de agua, suelos y servicios ecosistémicos asociados y cambio climático; ii) Agrobiodiversidad, soberanía y seguridad alimentaria y nutricional; iii) Gestión del territorio y organización social; iv) Tecnologías y herramientas tradicionales y modernas; y vi) Gobernanza, políticas nacionales e internacionales, y culturas locales.

Para la organización, se ha conformado una Comisión integrada por representantes de: Centro de Investigación y Tecnología para los Países Andinos - CITPA; Pontificia Universidad Católica del Perú - PUCP; Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina - CONDESAN; Universidad Nacional Agraria La Molina - UNALM; Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco - UNSAAC; Universidad Pacífico; Centro Bartolomé de las Casas - CBC; DESCO-SUR; Asociación Andina CUSICHACA; USM Penang Malasia e ITLA COORDINATION. La Secretaria Técnico-Organizativa en Lima la asumió CONDESAN y en Cusco el CBC, con el apoyo de DESCO-SUR en Arequipa.


Para inscribirse como asistente o presentar alguna ponencia ingrese a: www.condesan.org/terrazas/node/35. Para más información se adjunta la nota de concepto del evento o también pueden escribir a congreso.terrazas@mtnforum.org

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