Andenes: cuando el pasado, el presente y el futuro se encuentran
Artículo escrito por Ricardo Marapi (CEPES), para La Revista Agraria
¿En qué se
parecen Perú y China? En el renovado interés que en la actualidad tienen
en el potencial de las terrazas agrícolas, popularmente conocidas en
nuestro país como andenes. En 2010, la República Popular China realizó
el Primer Congreso Mundial de Terrazas en las montañas Ailao, donde aún
existe este milenario sistema. No es casualidad que el Perú sea el
organizador del Segundo Congreso Mundial en mayo del próximo año, 2014.
Si una potencia económica como China está interesada en la ancestral
tecnología de los andenes, entonces suena lógico e inteligente que
nosotros también le demos la debida importancia.
La relevancia de los andenes en el siglo XXI
En medio de
una incesante modernización tecnológica de la agricultura (incluso, con
sorprendentes sistemas de riego computarizados) y de una tendencia
mundial hacia la agricultura de gran escala en neolatifundios, uno se
puede preguntar si vale la pena seguir apostando por los andenes.
Estamos hablando de construcciones preincaicas que estuvieron
abandonadas y descuidadas durante muchos siglos, tanto por las
comunidades como por los diversos gobiernos de turno. ¿Vale la pena
recuperar los andenes?
La respuesta
es un categórico sí. El milenario sistema de andenes se adapta a la
perfección a la accidentada geografía que caracteriza a la sierra
peruana, llena de quebradas y de terreno irregular. «El Perú no es
Argentina. No somos una pampa. La tecnología de las terrazas agrícolas
es una respuesta a las condiciones geográficas de zonas de montaña,
donde no hay suficientes terrenos planos.
Eso está
demostrado», dice la ingeniera agrónoma Carmen Felipe Morales, doctora
en ciencias del suelo y especialista en el tema de los andenes.
Sobre el
potencial de los milenarios andenes, la tendencia mundial es combinar
esta antigua tecnología con los actuales y modernos sistemas agrícolas
—por ejemplo, el riego por goteo— y con los que se vayan a inventar
próximamente: el encuentro del pasado, el presente y el futuro. La
ingeniera Felipe Morales manifiesta que, si bien es cierto existen
nuevas y sofisticadas tecnologías que permiten cultivar en desiertos,
sería un error asumirlas para dejar de lado los andenes. «Construir
andenes requiere un esfuerzo grande.
Pero eso ya
está hecho desde hace siglos. Entonces, recuperarlos y mantenerlos sería
una respuesta inteligente. Necesitamos estrategias que combinen la
tecnología prehispánica y las modernas», opina.
Los andenes como respuesta al clima
La
incertidumbre que nos genera el cambio climático mundial se vuelve
también un factor importante para la relevancia de los andenes, que se
convierten en una excelente respuesta de adaptación. El ingeniero
Antonio Lambruschini, uno de los funcionarios especialistas en andenes
del programa Agrorural, del Ministerio de Agricultura, Minag, explica
que «es un hecho que los antepasados utilizaron los andenes no solo como
un mecanismo para ampliar la frontera agrícola, sino también como un
sistema para adaptarse a los fenómenos del clima».
Por ejemplo,
mediante los andenes se pueden reducir las posibilidades de caída de
huaicos y también la erosión de los suelos. Lambruschini asegura que en
laderas muy empinadas los suelos se degradan muy rápido y por ello
necesitan descansar de 5 a 7 años para volver a producir. «En cambio,
utilizando los andenes se evita la degradación del suelo por erosión.
Esto nos permite evaluar que, efectivamente, nuestros antepasados los
construyeron pensando en esto. Otro aspecto importante es que permiten
un uso racional y más eficiente del agua ante la posible escasez de este
recurso», destaca Lambruschini.
Sin embargo,
los efectos del cambio climático ya están haciendo estragos en las
terrazas. Las recientes y sorpresivas lluvias torrenciales que se
produjeron en Arequipa y Cusco destruyeron, por ejemplo, 85 metros
lineales de andenes de la época inca, en la microcuenca de Patacancha,
en el Parque Arqueológico de Ollantaytambo. Más de un millón de
hectáreas de andenes1 que existen en nuestro país están en constante peligro.
El cambio
climático también está afectando las fuentes de agua que alimentan a las
terrazas. «En los últimos años, en efecto, han disminuido los glaciares
y se han deteriorado algunas fuentes de agua. La mayoría de andenes
cuentan con la posibilidad de buscar la fuente de agua que los
abastecía, pero se necesita ubicar esa fuente y ver cómo llevarla hasta
las terrazas andinas», explica el funcionario de Agrorural.
El proyecto piloto en Matucana: una mirada integral
Desde hace
quince meses, el programa Agrorural está ejecutando un proyecto piloto
de recuperación de andenes en cuatro anexos del distrito de Matucana, en
la sierra de Lima, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID). En dicho piloto se está utilizando el sistema de los núcleos
ejecutores para identificar y organizar a las familias del distrito.
Cada núcleo ejecutor está conformado por grupos de treinta familias, y
junto con ellas se están realizando los trabajos de recuperación de
andenes.
Sin embargo,
Agrorural esta contemplando este proyecto piloto de manera integral, es
decir, no solo la recuperación física de los andenes dañados, sino
también otras actividades previas y paralelas para que los agricultores
puedan aprovecharlos al máximo. Esto implica, en primer lugar, asegurar
la dotación de agua. El ingeniero Luis Masson Meiss, quien ha estudiado
esta ancestral tecnología durante varias décadas, es categórico respecto
a la importancia del agua. «Si no hay agua para regarlos, es difícil
que los andenes reconstruidos puedan ser productivos. Siempre tiene que
haber un abastecimiento de agua, especialmente en la vertiente
occidental y en la sierra central o interandina», afirma.
Por esta
razón, Agrorural ha reparado más de 3,500 metros de canales de regadío
en Matucana, con la finalidad de mejorar la disponibilidad de agua.
Igualmente, los andenes han sido modernizados con un sistema de riego
por aspersión, a fin de realizar una mejor gestión del agua de riego.
Para solucionar los problemas de carencia de fuentes de agua, Masson
recomienda la construcción de pequeños reservorios en zonas próximas a
los andenes.
Todos estos
trabajos significan la intervención de una mano de obra permanente, la
cual es asumida por los agricultores de la comunidad como la retribución
o contraparte que ellos entregan al proyecto. El ingeniero Luis Masson
insiste mucho en que la intervención del gobierno no sea vertical, sino
que debe promover desde el inicio la participación de las comunidades.
«Las ideas se exponen, no se imponen. Hay que motivar y convencer a las
comunidades, porque las cosas impuestas generalmente no llegan a buen
término», advierte Masson.
Un eje
importante del proyecto piloto de andenes en Matucana es la
comercialización, y el objetivo es vincular a los agricultores con
ciertos nichos de mercado. Eso significa que algunos agricultores
debieron cambiar de cultivos por otros con mayor potencial comercial. El
ingeniero Lambruschini, de Agrorural, afirma que ya se pueden ver los
primeros resultados de la intervención en Matucana, especialmente entre
los productores que se dedican a la floricultura. «Las nuevas variedades
de flores que se han incorporado, como gladiolos, hortensias y rosas,
están dando muy buenos resultados en el mercado.
Las familias
tienen un mayor ingreso porque esas variedades tienen mejores precios»,
revela Lambruschini. El proyecto piloto también tiene el objetivo de
fortalecer la seguridad alimentaria de la comunidad, pues han fomentado
la siembra de hortalizas en los andenes; por ejemplo: lechugas, rábanos y
coliflor. Gran parte es para autoconsumo, y un pequeño excedente va a
los mercados locales.
Costos-beneficios de recuperar los andenes
La inversión
económica que ha realizado Agrorural con el financiamiento del BID, por
cada núcleo ejecutor de Matucana, es de aproximadamente S/.400 mil
desde que se inició el proyecto, hace quince meses. Es un fondo
no-reembolsable que recibe cada núcleo ejecutor y que han utilizado en
la mejora de los canales de riego, de los mismos andenes, la instalación
del riego por aspersión, la compra de semillas, el pago a los técnicos e
investigadores residentes, etc. El ingeniero Lambruschini afirma que la
mano de obra de la comunidad también se ha valorizado, y Agrorural
realiza acompañamiento y orientación en la ejecución de ese fondo por
parte del núcleo ejecutor, conformado por treinta familias.
El objetivo
de Agrorural es que esta cifra (S/.400 mil) —muy alta e inmanejable para
las comunidades campesinas— se reduzca en futuros proyectos piloto que
se realizarían en Moquegua y Arequipa. Se debe recordar que, en 1999, un
estudio de Efraín Gonzales de Olarte y Carolina Trivelli2,
actual ministra de Desarrollo e Inclusión, encontró que los costos para
recuperar solamente una hectárea de andenes fluctuaban entre US$1,993
en la provincia de Yauyos (Lima), US$2,990 en el Valle Sagrado del Cusco
y US$3,985 en la provincia de Cajamarca. Obviamente, esos costos son
muy altos y representan una seria barrera para las comunidades
campesinas.
El mismo
estudio, sin embargo, analizó la necesidad de que una fuente externa
asumiera los costos de la recuperación de los andenes, debido a los
beneficios de asegurar la tierra y una mayor producción para los
campesinos más pobres. De esta manera, el estudio planteaba la
recuperación de esta tecnología como un objetivo crucial de lucha contra
la pobreza: más tierra, y cultivada más intensamente, para los pobres.
Además,
existe un gran potencial para desarrollar el turismo vivencial en las
comunidades. El ingeniero Lambruschini, de Agrorural, asegura que el
turismo significa una buena alternativa económica y adicional para la
población de Matucana. Es decir, que con los programas de recuperación
no solamente se gana una mayor área de cultivo, sino que también se
produce una serie de efectos ambientales y económicos positivos, que
justifican una decidida inversión gubernamental.
Es vital,
entonces, que el gobierno de turno promueva con mayor fuerza los
programas de recuperación de las terrazas andinas, no solo utilizando el
financiamiento externo del BID, sino también destinando el presupuesto
interno para desarrollar más proyectos piloto en otras partes del país.
La gastronomía peruana ya se ha interesado en una alianza estratégica
con las comunidades para sembrar novedosos cultivos en los andenes y
convertirlos en actores protagónicos del actual boom gastronómico3.
Ya es hora de que los peruanos y sus autoridades volteemos a mirar a la
sierra peruana, y qué mejor que empezar por la recuperación de nuestros
milenarios andenes.
Notas
1
El inventario nacional de andenes realizado en 1996 por el Instituto
Nacional de Recursos Naturales (Inrena) indica que en el Perú existen
256,945 hectáreas de andenes. Esta cifra aumenta a un millón si se
incluyen los llamados «andenes populares» o terrazas de tierra.
2 Efraín Gonzales de Olarte y Carolina Trivelli (1999). Andenes y desarrollo sustentable. Lima: IEP.
3 «Recuperar las terrazas andinas: el nuevo reto de la alianza cocinero-campesino». La Revista Agraria 144, setiembre de 2012.
0 comentarios:
Publicar un comentario