Horas antes del inicio de Katoomba Meeting XX en Lima, CDKN organizó un taller para presentar las experiencias y conclusiones del proyecto “Acuerdos recíprocos de agua” que se lleva a cabo en Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Costa Rica y Perú, el cual es liderado por Fundación Natura de Bolivia y Rare Conservation. Jorge Villanueva de CDKN reporta desde Perú.
Tradicionalmente, los Pagos por Servicios Ambientales han sido concebidos como una transacción comercial, que se fundamenta en el pago que los miembros de una sociedad realizan por los beneficios que reciben de los ecosistemas. Sin embargo, en la cultura andina, especialmente en lo referido al agua, este modelo de mercados y pagos por un recurso que siempre se ha tenido y usado no tiene mucho sentido.
En vez de ello, hablar de reciprocidad y corresponsabilidad entre quienes hacen uso del agua en una cuenca, orienta la mirada hacia un “trabajo en conjunto” para obtener un beneficio común, lo cual facilita el entendimiento entre los diferentes usuarios del agua. Prueba de ello son los Acuerdos Recíprocos por Agua (ARA), esquema que nació en Bolivia –y que actualmente es apoyado a través de un proyecto financiado por CDKN- producto de la necesidad de garantizar la provisión y calidad del agua para el riego y uso doméstico de los usuarios de la cuenca baja, a través de la conservación de ecosistemas esenciales en la parte alta que proporcionen a su vez beneficios económicos para quienes se encargan de cuidar dichos ecosistemas.
De acuerdo a Niguel Asquith, de la Fundación Natura Bolivia, “Aunque los usuarios de la parte baja de una cuenca pagan en efectivo un pequeño monto de dinero por el cuidado del agua, este dinero no se da en efectivo a las personas de la cuenca alta, sino en proyectos de desarrollo”. Estos proyectos son importantes para un desarrollo compatible con el clima dado que al cuidar de los bosques en las zonas altas se contribuye con la mitigación del cambio climático. Asimismo, permiten migrar de una agricultura tradicional muy dependiente de las lluvias, hacia actividades productivas alternativas (y no dependientes del clima) como la apicultura, que les permite adaptarse a los cambios climáticos.
Vale señalar que el aporte económico es voluntario y se deriva de un acuerdo social, donde los actores son quienes deciden el valor correcto a pagar.
Ver entrevista a Nigel Asquith acerca del modelo ARA en Latinoamérica.
Orgullo por conservar
Un aspecto clave en la aplicación del modelo ARA es el enfoque de comunicación empleado a nivel local, llamado “PRIDE”, de Rare Conservation, el cual, a través de campañas realizadas a lo largo del proyecto, busca inspirar en una comunidad el orgullo por la naturaleza que los rodea y por las peculiaridades del ecosistema donde viven.
Al aprovechar el interés y orgullo que una comunidad siente con relación a sus propios recursos, se facilita el camino hacia la aplicación del modelo ARA, el cual se basa en la reciprocidad y corresponsabilidad por un bien común.
Tal como lo señala Gabriel Jiménez, Alcalde del Gobierno Municipal de Quirusillas en Santa Cruz (Bolivia), el proceso se inició con la capacitación y concienciación a los habitantes de la comunidad sobre el amor a la naturaleza y a la biodiversidad. “Este proceso se consolidó luego con el aporte económico voluntario de las personas [de la cuenca baja] para preservar las principales fuentes de agua y el bosque”. De esta manera, cuando se propuso el modelo ARA, la comunidad lo acogió sin problemas, como algo lógico y natural.
Ver entrevista al Alcalde de Quirusillas, Gabriel Jiménez, acerca del modelo ARA en su comunidad.
Replicar para crecer
Sin embargo, ¿cómo lograr adaptar un modelo diseñado para funcionar a pequeña escala, con pequeños propietarios individuales de tierras, para abarcar millones de hectáreas? De acuerdo a Niguel Asquith la idea no es concentrarse en escalar el modelo para que sea usado en un área mayor, sino buscar su réplica de un municipio a otro, una y otra vez, lo cual sí es posible en la región andina. De esta manera, algo que se pensó inicialmente para funcionar en zonas de mediana altitud de Bolivia, viene funcionando también en algunas zonas de Perú, Colombia y Ecuador.
El sistema de ARA es bastante simple, no requiere de mayores análisis económicos ni de costos de oportunidad, lo cual va en la línea de que se trata de un modelo que no apela principalmente al factor económico sino al de reciprocidad, donde el factor económico es un co-beneficio. Asimismo, esta simpleza permite su adopción por parte de otros municipios y por lo tanto su replicabilidad.
Algunas conclusiones del taller
Actualmente el modelo ARA viene siendo implementando en 31 municipalidades de Bolivia, en un área total de 84 mil hectáreas, involucrando 2 mil familias.
El trabajo con socios ha permitido aplicar el modelo ARA a 25 municipalidades de Perú, Colombia y Ecuador, cubriendo un área de 25 mil hectáreas adicionales.
Las percepciones sobre el modelo ARA versus el tradicional Pago por Servicios Ambientales (PSA) fueron: ARA=inversión, PSA=gasto, ARA=bien común y PSA=contrato económico.
Sobre la sostenibilidad del mecanismo, los usuarios del ARA presentaron un espíritu conservacionista y que tomaba en cuenta a las generaciones del futuro como motivación para seguir implementando el modelo. De otro lado, en los usuarios del PSA la motivación prioritaria era la existencia de un contrato económico.
La población beneficiaria de los ARAs presentaban un mayor conocimiento y conciencia de por qué se está conservando en comparación con los usuarios del PSA.
El modelo ARA y el de PSA son mecanismos complementarios, y su viabilidad depende del contexto nacional.
por: CDKN Global
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